È nato un uomo
tra tanti
che sono nati,
è vissuto tra tanti uomini
che sono vissuti,
e questo non ha storia
se non terra,
terra centrale del Cile, dove
le viti arricciano i loro capelli verdi,
l'uva si nutre di luce,
il vino nasce dai piedi del popolo.
Parral si chiama il posto
di quello che è nato
in inverno.
Non esistono più
la casa né la via:
la cordigliera rilasciò
i suoi cavalli,
si accumulò
la profonda potenza,
saltarono le montagne
e il paesino crollò
travolto
dal terremoto.
Y así muros de adobe,
retratos en los muros,
muebles desvencijados
en las salas oscuras,
silencio entrecortado por las moscas,
todo volvió
a ser polvo:
solo algunos guardamos
forma y sangre,
solo algunos, y el vino.
Siguió el vino viviendo,
subiendo hasta las uvas
desgranadas
por el otoño
errante,
bajó a lagares sordos,
a barricas
que se tiñeron con su suave sangre,
y allí bajo el espanto
de la tierra terrible
siguió desnudo y vivo.
Yo no tengo memoria
del paisaje ni tiempo,
ni rostros, ni figuras,
solo polvo impalpable,
la cola del verano
y el cementerio en donde
me llevaron
a ver entre las tumbas
el sueño de mi madre.
Y como nunca vi
su cara
la llamé entre los muertos, para verla,
pero como los otros enterrados,
no sabe, no oye, no contestó nada,
y allí se quedó sola, sin su hijo,
huraña y evasiva
entre las sombras.
Y de allí soy, de aquel
Parral de tierra temblorosa,
tierra cargada de uvas
que nacieron
desde mi madre muerta.
Pablo Neruda (1964)